Son tus miradas las que me enseñan a ser mujer,
a comerme en el mundo por los pies,
sin temores, ni vergüenzas.
Tus enseñanzas han sido las que me ha hecho crecer,
con oportunidades escondidas entre mis dedos,
danzando sobre las palmas de mis manos.
La leve sonrisa que me caracteriza,
se queda prendada en el marco de tus ojos,
hasta que la descuelgas con lentitud y caricias.
Y mientras que todos gritan fuera,
mientras que todos son felices.
Yo me quedo escondida en el silencio,
a la espera de algo que me saque de este letargo.
Jugando con los sentidos que se encuentran,
en la soledad de mi habitación.
Añorando que ese principe que siempre soñamos de niñas,
aparezca por mi ventana, con una gerbera roja entre sus manos
y me diga:
."Vamos princesa, he creado un mundo, sólo para tí".
Mysteries.
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