7/8/11

Una noche de verano.

Hace calor.
Me sudan las manos, me sudan los pies.
Me sudan las piernas, me suda la espalda.
Mi cuello está bañado en sudor, mi pelo está estropajoso sudando.
Mi perfume ya no huele como antes sobre mi piel.
Mis ojos están cegados, mis labios están resecos.
Mis uñas estan quebradizas.
Apenas tengo tacto en mis dedos, el calor me ha hinchado las manos.
No hay nada que me ayude a salir de ese infierno.

Me quedo sola ante las paredes del salón,
nadie que me hable,
nadie que me mire,
nadie con un aliento amigable,
no hay nadie que me quiera.
Me sumerjo en mis pensamientos,
me hundo en el interior
y no hay nadie que me busque, para sacarme.

Mis labios están cerrados, sólo hace falta que suspire, para comenzar a hablar.
Gritos por un lado,
suspiros por aquél de allí
a lo lejos se pronostican tormentas muy intensas,
un huracan se acerca.
Y yo, sóla. Enmedio de la nada.
Dónde ningún ser se acerca con la mano extendida,
para sacarme.

Me ahogo sin remedio.
Me hundo sin fuerzas.
Se oscurece mi presente, dándole vida a un futuro incierto.

Y yo...
Yo sigo sudando,
soportando el huracan que se acerca,
mientras se pronostica una gran tormenta.
Mis labios están sellados.
Mis suspiros ya no existen.
La tormenta se aleja...

Mysteries.

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